El INAH, organismo desconcentrado dependiente de la Secretaría de Cultura, creado en 1939, tiene estipuladas en la Ley sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos (1972) y en su Reglamento (1975), sus competencias en cuanto a monumentos, zonas arqueológicas e históricas y bienes de interés paleontológico. Cuenta con una sólida estructura nacional, con un centro INAH en cada estado para atender y proteger el patrimonio cultural, y luego de ocho décadas de trabajo ininterrumpido, desarrolló una red de 160 museos, la mayor en América y una de las más importantes del mundo, de muy diversos perfiles: nacionales, regionales, comunitarios, de sitio, salas introductorias e interpretativas.
Ha abierto al público 192 zonas arqueológicas (de un universo de 52,316 sitios arqueológicos y paleontológicos registrados), y en 2018, la primera zona paleontológica del país: Rincón Colorado, en uno de los yacimientos de fósiles más ricos de México, en el estado de Coahuila. Bajo custodia directa del INAH están 515 monumentos históricos, de un universo de 107,658 consignados en el Catálogo Nacional de Monumentos Históricos Inmuebles.
Además, el Instituto es depositario de 66 bibliotecas, entre las que destaca la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia, que custodia un gran conjunto documental de 60 mil libros, códices, lienzos, manuscritos, casi 10 mil mapas y planos, así como del Sistema Nacional de Fototecas, que agrupa 42 fototecas públicas y privadas, y es encabezado por la Fototeca Nacional de Pachuca, que resguarda casi un millón de imágenes; la Fonoteca, con más de 18 mil registros; la Osteoteca, de la Dirección de Antropología Física, y ceramotecas de gran valor, como la de la zona arqueológica de Teotihuacan.
En cuanto a la investigación, origen y sustento de todo lo anterior, el INAH cuenta con 878 investigadores y anualmente lleva a cabo más de 1600 proyectos de investigación, conservación y difusión en múltiples disciplinas: antropología física y social, etnografía, etnohistoria, historia, arqueología, arqueología subacuática, arqueología de salvamento, arquitectura, lingüística, paleontología, antropología física, conservación y restauración, museografía y museología, etnomusicología, paleografía, fotografía, biblioteconomía y archivística, entre otras.
Cuatro universidades de excelencia del INAH han formado a generaciones de mexicanos y latinoamericanos: la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía “Manuel del Castillo Negrete” (ENCRyM), la Escuela de Antropología e Historia del Norte de México (EAHNM), con sede en Chihuahua, y la Escuela de Conservación y Restauración de Occidente (ECRO), que opera gracias a un convenio entre el Gobierno de Jalisco, la Secretaría de Cultura y el INAH para su conducción académica, validación institucional y sustento presupuestal.
El INAH atiende una matrícula total de 2,938 alumnos en 12 licenciaturas, 12 maestrías, dos especialidades (museografía y antropología forense) y seis doctorados; 17 de los cuerpos académicos de las escuelas están registrados en el Programa para el Desarrollo Profesional Docente (PRODEP) del Conacyt. Cabe añadir que nueve egresados de la ENAH han sido acreedores al Premio Nacional en la categoría de Ciencias Sociales y Humanidades.
Parte fundamental del trabajo institucional es la protección técnica y legal del patrimonio cultural, lo que incluye tanto las tareas de inventario, manejo y digitalización de acervos y colecciones, como la protección legal, registro público y catálogos nacionales; supervisiones, inspecciones y dictámenes; salvamentos, peritajes y asesorías técnicas en cuanto a monumentos y zonas de monumentos arqueológicos, históricos y paleontológicos en todo el país.
Para dar sustento a sus acciones, la Dirección General cuenta varios con órganos colegiados de carácter consultivo integrados por especialistas que marcan las pautas a seguir en las intervenciones y actos de autoridad en materia de protección y conservación del patrimonio cultural, entre ellos los Consejos de Arqueología, el de Monumentos Históricos, el de Conservación-Restauración de Monumentos Muebles e Inmuebles por Destino, y el de Paleontología, reactivado en 2017.
Es así que el día a día del Instituto está relacionado lo mismo con el hallazgo de milenarios fósiles, que con el trabajo de las tecnologías de laboratorio más avanzadas; con la música, las costumbres, la gastronomía y los rituales de remotas poblaciones; con el vasto patrimonio prehispánico, virreinal, o decimonónico, o con las expresiones culturales contemporáneas preservadas, renovadas e interpretadas por sus creadores y descendientes, fortaleciendo así las identidades de un México diverso.
El Instituto dialoga y reconoce el dinamismo de las instancias del Ejecutivo y de los gobiernos estatales y municipales; de los poderes Legislativo y Judicial; de las comunidades, organizaciones sociales, de los medios de comunicación, así como de las universidades e instancias académicas, con los que sostiene fructíferas relaciones para realizar proyectos en pro del patrimonio cultural.
En el plano internacional también se vincula con muy diversos gobiernos e instituciones en el desempeño de su labor: actualmente tiene vigentes 82 convenios de intercambio y cooperación cultural y de protección y restitución de monumentos arqueológicos e históricos con otros países, y 15 convenciones multilaterales. Este conjunto legal ampara una enorme variedad de acciones que van desde el intercambio de exposiciones temporales en términos de reciprocidad, hasta viajes de investigadores y alumnos de sus escuelas para estancias de estudios; intervención en cátedras, congresos, conferencias y ponencias; impartición de talleres y cursos y la participación en proyectos de conservación de patrimonio cultural presentados a concurso en fondos internacionales.
En cuanto al Patrimonio Mundial, merced a su rico patrimonio cultural, y en buena medida gracias al INAH y a la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, México es el primer país de América Latina y el Caribe, y el sexto a nivel mundial, con mayor número de bienes inscritos en las listas de la UNESCO: 35 sitios registrados y ocho manifestaciones declaradas Patrimonio Cultural Inmaterial, a las que recientemente se sumó la inscripción de la Charrería, Arte Ecuestre y Vaquero Tradicional de México, aprobada en 2016. En el programa Memoria del Mundo, que salvaguarda el patrimonio documental de valor universal para la humanidad, con los códices de Fray Bernardino de Sahagún (Matritense y Florentino), México suma 12 inscripciones y es el país latinoamericano con más registros.
Como parte del programa del INAH con la Cancillería y la PGR para combatir el tráfico ilícito de bienes culturales, entre 2010 y 2018 se recuperaron 5353 piezas arqueológicas y 204 históricas de diferentes zonas de México que habían salido ilegalmente del país.
En cuanto a difusión y divulgación, además de la labor que realizan los museos, cada año el INAH publica cerca de 130 libros, 46 números de revistas y 50 miniguías en inglés y en español de zonas, museos y monumentos. Tiene un taller de reproducción de piezas prehispánicas y coloniales y produce programas televisivos y radiofónicos que se transmiten por internet y por canales y estaciones de todo el país, gracias a acuerdos interinstitucionales.
Dentro de su amplia oferta cultural, el Instituto organiza paseos culturales y cuenta con su propia red de librerías y expendios; recientemente lanzó la Mediateca, repositorio digital de acceso abierto que pone a disposición del público el patrimonio cultural e histórico a su cargo, y la plataforma Lugares, que permite a los usuarios una visita digital, amena y dinámica, por las 192 zonas arqueológicas abiertas en el país y constituye una guía por la Red de Museos del INAH.
Al año, el INAH realiza en todo el territorio nacional cerca de 3 400 eventos académicos y de difusión, lo que equivale a más de nueve por día.
En sus casi 80 años de vida, las funciones del INAH se han incrementado y se han vuelto mucho más complejas debido a una concepción más inclusiva del patrimonio; a la creciente identificación y registro de sitios arqueológicos; a la apertura, operación y mantenimiento de museos y zonas arqueológicas; a la atención y protección técnica y legal de monumentos y zonas de monumentos arqueológicos, históricos y paleontológicos en todo el país; al crecimiento y catalogación de acervos y servicios de consulta en bibliotecas y archivos documentales, fotográficos y fonográficos; a su intenso programa académico; a la constante publicación de investigaciones académicas y de divulgación; a la impartición de cátedras en Antropología e Historia, Conservación, Restauración y Museografía, cuyas especializaciones aumentaron; a las obligaciones que conlleva la atención del patrimonio mundial en nuestro territorio, y por fortuna, a la emergencia de una sociedad más crítica, participativa y defensora de sus patrimonios.
No podemos soslayar, además, un margen de imponderables en la actuación en pro del patrimonio, labor que depende de los ritmos y características del desarrollo social y económico del país. La acción del INAH llega a todos los rincones del país, y nuestra gente, enlazada con lo mejor de la producción científica, sabe de gestión y de emergencias.
El INAH acompaña fenómenos sociales, políticos y económicos que plantean profundos retos para la conservación del patrimonio cultural, tanto por la generación de nueva infraestructura carretera, portuaria, aeroportuaria, ferroviaria, de minería y de energéticos, como por problemas de tenencia de la tierra o conflictos sociales; por el crecimiento urbano o por los desastres naturales. Tan solo los sismos de septiembre de 2017 dejaron a su paso, en once entidades, 2,340 inmuebles y más de 5000 bienes muebles y muebles asociados a inmuebles, con daños de menores a severos. Gracias a la participación de innumerables instancias y personas, al finalizar el primer trimestre de 2019 más de 800 de estos inmuebles estarán totalmente restaurados.
El INAH está presente en el debate sobre la protección de recursos naturales, y en los planes de desarrollo social, económico, educativo y turístico, para fortalecer el papel histórico y simbólico del patrimonio cultural, y el reconocimiento de nuestra pluriculturalidad como factores determinantes en la reconfiguración de la identidad nacional y de las identidades lingüísticas, étnicas y regionales, para incidir en la mejora de las condiciones de vida de los mexicanos, contribuir a la reconstrucción del tejido social y a la atención de los grandes y profundos retos que enfrenta el país.
Estamos convencidos de que el INAH debe fortalecerse, respetando lo mejor de su historia y de su esencia, mirando al futuro y ajustándose a los desafíos de la nueva etapa histórica que se abre para México. Hoy es más necesario que nunca repensarnos, con base en la experiencia acumulada, y de cara al país que requerimos y deseamos los mexicanos, para avanzar hacia una modernidad propia, equitativa, justa, plural e incluyente.