Celebración
Museo de Historia de Tlalpan celebra 80 años del INAH

La exposición Cuicuilco a 80 años del INAH abrió sus puertas al público, el 19 de julio, en el Museo de Historia de Tlalpan, para conmemorar el aniversario del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y una centuria de exploraciones en esa ciudad prehispánica, la más antigua del centro de México.

La muestra se divide en dos secciones: la primera, aborda el valor que ha tenido el INAH para el país y la complejidad de sus funciones, así como su constante crecimiento. Una línea del tiempo conduce por sus acontecimientos más significativos, desde su fundación, el 3 de febrero de 1939, hasta nuestros días, con la reciente apertura del primer sitio paleontológico de México, en Rincón Colorado, Coahuila.

La segunda, muestra la labor en materia de investigación, conservación y difusión que el Instituto ha realizado a lo largo de casi cien años en Cuicuilco. El recorrido de esta sección comienza con una serie de fotografías, procedentes de los archivos de la Fototeca Nacional del INAH, la cual, cronológicamente, da cuenta del inicio de excavaciones en el sitio, en abril de 1922; y de las primeras etapas de su museo de sitio, el más antiguo de la institución en lo que se refiere a este tipo de espacios dentro de zonas arqueológicas, concebido por el arqueólogo Eduardo Noguera en 1938.

La exhibición fue inaugurada por la alcaldesa de Tlalpan, Patricia Elena Aceves Pastrana, quien dijo estar de fiesta, “acompañando la conmemoración de los 80 años del INAH, parte fundamental del desarrollo histórico de México, porque gracias a su trabajo en Tlalpan se conoce la contribución de Cuicuilco en la historia de la Ciudad de México”.

Aceves Pastrana refrendó públicamente el compromiso de su gobierno en la conservación y protección del patrimonio cultural y natural de la demarcación. En ese sentido, dijo que en días pasados firmó un convenio con el INAH, el cual permitirá realizar la recuperación del centro histórico de Tlalpan, bajo la supervisión del Instituto. Asimismo, comentó que conjuntamente se estudia la posibilidad de recuperar y hacer funcionar el antiguo sistema de iluminación nocturna del Gran Basamento de Cuicuilco.

En representación del director general del INAH, Diego Prieto Hernández, el arqueólogo Morrison Limón Boyce, director de Estudios Arqueológicos, expresó que durante 80 años, “el INAH se ha mantenido como un baluarte en el estudio, conservación y defensa de la enorme riqueza cultural, arqueológica y antropológica, en el más amplio sentido”.

Resaltó que la estrecha relación establecida con la alcaldía de Tlalpan en tiempos recientes, ha permitido iniciar exploraciones en el montículo de Peña Pobre, parte de la antigua Cuicuilco, “así como también presentar esta exhibición que da cuenta, en su primera parte, de la intensa labor del INAH en ocho décadas, entre cuyas acciones está un amplio programa de publicaciones y exposiciones en su red de 160 museos, el mayor número en toda América; la custodia de 515 monumentos históricos, y de 191 zonas arqueológicas abiertas al público.

La segunda parte de la muestra da cuenta del monumental sitio arqueológico de Cuicuilco, con una larga historia de exploraciones que iniciaron a principios del siglo XX”. Dentro de Tlalpan, enfatizó el arqueólogo, se encuentra uno de los sitios arqueológicos más importantes de la cuenca, el primer centro urbano del centro de México, que hoy es la joya de la alcaldía.

En Cuicuilco a 80 años del INAH se aprecia una imagen contemporánea del Gran Basamento, el edificio más grande de Cuicuilco y el más antiguo de toda la Cuenca de México, con ocho etapas constructivas, 122 metros de diámetro en la base y 60 metros de diámetro en la cima, así como 26.5 metros de altura. Es considerado por la arqueología como la joya del periodo Preclásico en la Cuenca de México. En esta secuencia de fotografías también se aprecia una reproducción del paisaje que pintó González Camarena sobre la erupción del Xitle, cuyo original está en el sitio arqueológico.

La muestra presenta alrededor de 120 piezas arqueológicas de cerámica y lítica, de estas últimas destaca un fragmento de hacha de piedra verde y dos cuchillos, uno de ellos de pedernal, procedentes de los núcleos del sitio arqueológico, denominados Cuicuilco A,B,C y D; y piezas recuperadas de la aldea de Tlalpan, excavada por el arqueólogo Alejandro Meraz, en 2006, la cual se localiza a poco más de una cuadra del Museo de Historia de Tlalpan, en la Universidad Pontificia, dentro del primer cuadro de esa alcaldía. Es la primera vez que estas piezas salen de Cuicuilco para una exposición.

En la inauguración de la muestra también estuvieron Roberto Perea Cortés, director ejecutivo de Derechos Culturales, Educativos y Deportivos de la alcaldía; Samuel Hernández Hernández, director general de asesores de la alcaldía; Ramón López Valenzuela, responsable de la Zona Arqueológica de Cuicuilco; y Denia Sandoval González, curadora y arqueóloga en Cuicuilco.

La exhibición estará abierta al público hasta el 18 de agosto en el Museo de Historia de Tlalpan, ubicado en Plaza de la Constitución 10, centro histórico de Tlalpan; abierto de martes a domingo, de 10:00 a 18:00 horas.

Cien años de exploraciones en Cuicuilco

La arqueóloga Denia Sandoval González, curadora de la exhibición, explicó que Cuicuilco A es el núcleo correspondiente a la zona arqueológica abierta al público, donde está el Gran Basamento, que a lo largo de mil 500 años se cubrió de sedimentos y materia orgánica hasta confundirse con una elevación natural, conocida —desde el siglo XVIII— como cerro Cinquicuilco.

“Hay mucho más del edificio de lo que podemos ver”, asegura, tras explicar que su base no es visible porque quedó bajo la lava que arrojó el Xitle, “existe una plataforma de 15 metros de altura, que hasta ahora sólo ha sido observada a través de pozos de sondeo arqueológico”. De esta área del sitio, en la exposición se exhiben los objetos de una ofrenda mortuoria, descubierta por Mario Pérez Campa bajo la lava, al sur del Gran basamento: un mortero y mano de basalto, dos cuencos rojos y una jarra negra.

Cuicuilco B está en lo que hoy es el deportivo Villa Olímpica, donde el INAH realizó salvamentos arqueológicos en 1967. Ahí se recuperó la mayor cantidad de objetos arqueológicos que se tienen en Cuicuilco, explica la arqueóloga, entre ellos, una colección de tres mil 300 orejeras, posiblemente, la más grande de Mesoamérica. En la muestra se exhiben más de 100 de esas piezas, algunas decoradas con esgrafiado y puncionado, y otras de tonos grises, las cuales son significativas porque sufrieron una doble cocción al haber quedado bajo la lava volcánica, la cual en algunos lugares de Cuicuilco alcanzó hasta 20 metros de espesor, y sirvió como contenedora de calor por meses.

En Cuicuilco C (torres de Electra), se documentó un basamento circular relacionado con la edificación de Peña Pobre, esta segunda aún visible desde la esquina de la avenida Insurgentes y San Fernando.

Y en Cuicuilco D (Inbursa) se detectó un gran cuerpo de agua con canales de cultivo, como chinampas en forma de camellones. En esta área se recuperaron piezas que se depositaron en Cuicuilco después de la erupción del Xitle, entre ellas un brasero con el rostro de Huehuetéotl, de manufactura burda y posiblemente uso doméstico, el cual se presenta en la exposición.

En tanto, finalizó Denia Sandoval, en los predios que ocupa la Universidad Pontificia se descubrió una importante aldea de Cuicuilco, la cual sirvió de avanzada para controlar los movimientos hacia lo que hoy es el estado de Morelos. Fue ocupada entre 700 y 200 antes de nuestra era, y abandonada repentinamente, quizás, debido a la actividad volcánica, al igual que todas las aldeas periféricas de Cuicuilco, las cuales se ubicaban en las áreas conocidas como Copilco, La Otra Banda, la Unidad Ladrillera y Corregidora, en Fuentes Brotantes.